Pero si voy a comentar dos cosillas que me llamaron la atención.
La traducción de los títulos
En el primer libro pasamos de Los hombres que ODIAN a las mujeres a Los hombres que NO AMABAN a las mujeres. ¿Tan necesario era meter la palabra amor? A mí, personalmente, como palabra, no como sentimiento, ojo, como palabra, amor me parece de lo más soso que te puedas echar a la cara. Albaricoque, sin ir más lejos, le da mil vueltas, y también empieza con A. Eso sin entrar en que cualquiera, con la posible excepción de Jiménez Losantos, debería ser capaz de entender la diferencia entre "No amar" y "Odiar".En el segundo empezamos ya a irnos por los cerros de Úbeda (To go by the Úbeda Hills), con un toque épico: La niña que jugaba con fuego pasa a ser La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina. Con dos cojones. De niña a mujer, como decía Julio Iglesias. Y que nadie nos acuse de falta de precisión.
En el último, desgraciadamente, no podemos descartar el posible consumo de ácido lisérgico u otros agentes psicotrópicos: El castillo en el aire que se derrumbó pasa a ser La reina en el palacio de las corrientes de aire. ¿Perdón? No acierta ni una, el tío. Esto es que ya no se puede llamar traducir, esto es una merienda de negros (a lot of blacks taking an snack). Perdón por no ser politicamente correcto.
Sobre la facilidad de aprender informática en Suecia
A ver como lo explico. Resulta que uno de los personajes, -la protagonista, en realidad, porque el periodista no pasa de la categoría de moco pegado- Lisbeth Salander, es una chica con un ligero retraso mental. Bueno, no tan ligero, lo suficiente para que el estado sueco le ponga un tutor legal que gestione su patrimonio. Nada muy estricto, en realidad. Puede comprarse un pack de bragas siempre y cuando no pasen de seis unidades, para todo lo demás, hay que contar con el asesor. Esto es Suecia, controlan cantidad de rollos mentales chungos. Además, de pequeña siempre ha sido problemática, indiferente a su entorno, a sus compañeros y al mundo en general. No acaba la escuela primaria. Se mete en drogas, se llena de tatuajes y de piercings (Adios, sex-appeal, por lo que a mí respecta), sale de las drogas y, finalmente, alcanza una cierta estabilidad. Eso si, a los ventipocos años, es una especia de mezcla entre practicante de Parkour y ninja, desayuna velociraptores, cobra un pastón como analista de seguridad y es la mejor hacker de Suecia. Para que luego digan de la universidad de la vida.La-Mejor-Hacker-De-Suecia. Que te cagas. Pues no me lo trago*. Todo el mundo sabe que:
- Un hacker no usaría nunca un Mac, salvo como posavasos.
- Salander nunca lleva un boli en el bolsillo. Los hackers siempre llevan un boli en el bolsillo.
- Para ser un hacker, hay que leerse algún que otro manual. Por ósmosis no se pega.
*Sin embargo, no tengo reparos es aceptar que, si te pica una araña radioactiva cuando eres un adolescente tímido y acomplejado, adquieres la fuerza, velocidad y resistencia proporcionales de una araña. Sin problema.
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